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Restauración ecológica: una forma de forestar que va más allá de compensar emisiones

En la búsqueda de ser carbono neutrales y pintarse de verde, se comenten errores. La restauración ecológica del bosque nativo de Mendoza con una base científico-tecnológica ofrece la posibilidad de compensar daños maximizando los beneficios.

29 de octubre de 2024, 12:00. Fuente: Unidiversidad.

imagen Restauración ecológica: una forma de forestar que va más allá de compensar emisiones

El grupo de Ecología Forestal del Ianigla estudia los bosques de algarrobo desde un enfoque regional. Foto: @ecologia.ianigla

“Tener un hijo, escribir un libro y plantar un árbol”: lejos de pensar si cumplimos o no con estas metas en la vida, todos sabemos que lo desafiante en realidad es criar al hijo, que el libro sea leído y poder regar el árbol. Sobre esto último, que puede sonar tan simple, es sobre lo que quiero reflexionar: ¿cuánto tiempo riego el árbol?; ¿puedo plantar cualquier árbol en cualquier lugar?

Hoy en día, podemos ver por diferentes medios de difusión campañas que nos invitan a colaborar de forma voluntaria en la plantación de árboles. Con la frase del comienzo de este artículo resonando, por querer aportar nuestro granito de arena en el cuidado del planeta o simplemente por querer pasar un día en la naturaleza, a muchos nos puede resultar un buen plan, pero ¿qué hay detrás de estas campañas para plantar árboles? En muchas de ellas, hay empresas que buscan compensar su huella de carbono.

¿Qué es la huella de carbono?

La huella de carbono (HdC) es la cantidad de gases de efecto invernadero (GEI) emitida a la atmósfera de forma directa o indirecta, derivada de las actividades de producción y consumo humano. Los principales GEI incluyen el dióxido de carbono (CO₂), el metano (CH₄), el óxido nitroso (N₂O) y los clorofluorocarbonos (CFC). Como muchos saben, los GEI son los principales responsables del cambio climático, por lo que el cálculo de la huella de carbono es una buena herramienta para planificar estrategias de mitigación de los efectos del cambio climático. Las estrategias son variadas e incluyen la reducción de las emisiones, la compensación y la neutralización.

¿Cómo se compensa la huella?

La compensación consiste en la financiación o el desarrollo de un proyecto ambiental que reduce las emisiones de GEI a la atmósfera a través de reforestaciones, energías renovables y eficiencia energética, entre otros. Esto se utiliza en las empresas para alcanzar la neutralidad de carbono, es decir, llegar a un equilibrio entre la cantidad de CO₂ emitido y el CO₂ reducido por un proyecto. De esta forma, gracias al apoyo a un determinado proyecto de compensación, la organización puede recibir unos créditos de carbono correspondientes al volumen de su contribución.

El mecanismo de compensación por proyectos de reforestación busca plantar árboles que absorban el CO₂ de la atmósfera mediante el proceso de fotosíntesis, a partir del cual liberan oxígeno y almacenan parte de ese carbono en su biomasa (tronco, ramas, hojas y raíces). Las especies leñosas, como árboles y arbustos, almacenan más carbono, ya que la madera contiene y almacena más que los órganos verdes.

¿Plantar lo que sea y donde sea?

La respuesta es un rotundo no. Se deben tener en cuenta diversos factores, uno de ellos es elegir la especie adecuada al plantar. En ese sentido, muchos piensan en plantar la que crece más rápido y que sea capaz de capturar grandes cantidades de CO₂, como fue el emblemático caso del kiri hace unos años, al que se consideraba “la especie capaz de salvarnos del cambio climático”.

Plantar especies exóticas (introducidas fuera de su área de distribución natural) puede traer aparejados numerosos problemas. Estas especies pueden convertirse en invasoras, expandirse rápidamente en el territorio, afectar la biodiversidad y numerosos servicios ecosistémicos. Además, pueden producir grandes cambios en el funcionamiento del ecosistema, como la extracción excesiva de agua de las napas y nutrientes del suelo, problemas de erosión, acidificación del suelo y aumento en el riesgo de incendios, entre otros.

Para decidir qué especie plantar y dónde, debemos conocer sus requerimientos de plantación, sus capacidades y cualidades de propagación, los sitios adecuados y los cuidados a tener post plantación. Esta información no está fácilmente disponible para muchas de las especies nativas de Argentina, por lo que, al seleccionarlas, se deben evaluar todos estos aspectos para asegurarnos altas tasas de supervivencia luego del trasplante.

También es importante advertir, en grandes proyectos de compensación para zonas áridas como Mendoza, que plantar especies que tienen un alto consumo de agua es contradictorio, pues se busca generar un impacto positivo en el ambiente al compensar emisiones, pero, por otro lado, se impacta de manera negativa en el recurso hídrico, que escasea en esta región. Lo que sucede muchas veces en ese tipo de plantaciones es que no se dispone de agua para regar, lo que genera una gran mortandad de los ejemplares trasplantados.

Plantar árboles e investigar

La restauración ecológica es una disciplina que tiene como objetivo principal ayudar a la recuperación de ambientes que han sido dañados. Existen numerosas estrategias o técnicas empleadas en proyectos de restauración: una de ellas es la plantación de especies nativas. La restauración ecológica busca implementar estas técnicas haciendo un uso eficiente de los recursos, de forma tal que perduren en el tiempo para ayudar a que el ecosistema recupere su funcionalidad y resiliencia.

El grupo de Ecología Forestal del Ianigla-CCT Conicet Mendoza viene investigando diversos aspectos vinculados a la restauración del bosque nativo de Mendoza. Lo hace con un trabajo específico basado en el algarrobo (Neltuma flexuosa), el árbol nativo de presencia más extendida en la provincia. En él se estudian los bosques de esta especie a diferentes escalas, desde un enfoque regional, mapeando su distribución, la productividad forestal y las técnicas para realizar plantaciones eficientes en condiciones de salinidad y baja disponibilidad hídrica.

En los últimos años, los investigadores del Ianigla hemos recibido consultas sobre cómo implementar proyectos de reforestación con el fin de capturar emisiones de GEI. Consideramos sumamente positivo el interés de empresas y personas que desean implementar estos proyectos con una base científico-tecnológica sólida que permita maximizar los beneficios, tanto para la captura de CO₂ como para la recuperación de los ecosistemas.

Las forestaciones desarrolladas con una visión o siguiendo los lineamientos de la restauración ecológica generan más beneficios que el simple hecho de capturar carbono, ya que mejoran el aprovisionamiento de servicios ecosistémicos, aportan beneficios a la fauna autóctona, recuperan la resiliencia del ecosistema e incorporan a las comunidades que habitan en el lugar en la gestión y manejo de estos. En este sentido, la restauración ecológica ayuda a evitar la llamada "visión en túnel de carbono", que se enfoca exclusivamente en alcanzar emisiones "netas cero", mientras se desatienden otros objetivos fundamentales del desarrollo sostenible.

Entonces, muchos se pueden estar preguntando ahora: ¿tenemos que participar de este tipo de plantaciones voluntarias? Por supuesto, pero es importante informarse, cuestionar, sugerir e involucrarse en todo el proceso para que estas acciones tengan un impacto positivo real en el ambiente.

*Comité de Divulgación Científica del Incihusa

 

Fuente: Unidiversidad

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