Cambió la oficina en el primer piso del rectorado o los viajes relámpago a Buenos Aires por las reuniones a través de Zoom y otras herramientas de videollamada. La cuarentena no ha interrumpido la rutina de trabajo de Daniel Pizzi. “No he asomado la nariz ni a la puerta desde que empezó todo”, confiesa el rector de la Universidad Nacional de Cuyo, para de inmediato ensayar un agradecimiento a todas las personas que salen a la calle a trabajar pese a la pandemia de COVID-19. “Hay cosas que llenan de emoción, como la valiosa acción de los efectores de salud y de tantos otros que están exponiéndose”, dice, con el tono pausado que lo caracteriza.
Reconoce que el aislamiento social obligatorio dispuesto por el gobierno nacional ha sido “durísimo” tanto en lo personal como en lo institucional, porque lo ha obligado –a él y a todo el mundo– a hacer las cosas de otra manera y a repensar lo que vendrá el día después, cuando todo esto esté, al menos, controlado.
“Las condiciones son muy complejas, pero sabemos que la presencialidad va a ser muy difícil este año. Falta mucho para que podamos volver a las aulas. Algunos dicen que será en agosto, otros más allá. La realidad es que no lo sabemos, pero no podíamos quedarnos de brazos cruzados. Por eso hay que destacar lo que está haciendo nuestra universidad, y todas las universidades nacionales, en materia de virtualidad”, asegura el rector.
La experiencia de otros países en los que el brote del nuevo coronavirus comenzó antes que aquí permitió a los gobiernos y a las instituciones hacer algunos movimientos para ganar tiempo. La UNCUYO, por ejemplo, desde su Dirección de Educación a Distancia e Innovación Educativa, que depende de la Secretaría Académica, puso al alcance de la comunidad educativa ya a mediados de marzo una serie de actualizaciones sobre trabajo virtual y unas sugerencias prácticas para la mediación de contenidos a través de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Esta instancia permitió la capacitación fundamentalmente de docentes para que pudieran comenzar el año lectivo un poco más armados.
En este sentido, el rector reconoce el intenso trabajo que están realizando los docentes y el personal de apoyo académico, junto con las autoridades de las distintas unidades académicas y del propio rectorado. “Hay una importante construcción colectiva para estar a la altura de las circunstancias”, reflexiona Pizzi.
Todos estos procesos administrativos y de enseñanza, incluidos los de evaluación, quedaron plasmados en la Ordenanza 1/2020.
Otras acciones
Pizzi aprovecha la entrevista con Unidiversidad para destacar un puñado de las tantas acciones que la UNCUYO está realizando aun en el contexto de la cuarentena y obviamente vinculadas con la pandemia de COVID-19. Así, menciona el trabajo que están realizando estudiantes avanzados de la Facultad de Ciencias Médicas en cooperación con el Gobierno de Mendoza. Es que unos 50 alumnos que están cursando el último año de Medicina, es decir que son casi médicos, son parte del equipo que atiende el 0800-800-26843, el call center habilitado por la Provincia para realizar consultas sobre el coronavirus.
Por otra parte, el rector dice que está “casi todo listo" para empezar a producir a escala asistentes respiratorios. "Ya se han probado algunos modelos y estaríamos en condiciones de empezar a fabricarlos en serie, gracias al trabajo de algunas de nuestras unidades académicas y un par de empresas privadas de Mendoza”, agrega. Pizzi se refiere a la producción de 50 equipos electromecánicos de emergencia para contagiados calificados como de baja o mediana complejidad y que requieran asistencia para poder respirar. En el proyecto intervienen docentes investigadores de las facultades de Ciencias Exactas y Naturales y de Ingeniería, y personal de Salud Laboral y del Hospital Universitario, entre otros sectores de la UNCUYO, además de empresas privadas y otras casas de estudio.
Vinculado con la provisión de insumos, el rector menciona también la labor que están desarrollando en la Facultad de Ciencias Aplicadas a la Industria, ubicada en San Rafael, donde se han adaptado maquinarias y procesos para la fabricación de alcohol en gel. Este consumible se ha vuelto clave en la sanitización de manos, una de las acciones más eficaces en el combate del virus. Lo producido por esta unidad académica se distribuye en el Hospital Universitario y en el Damsu (la obra social de la Universidad) y, adicionalmente, en el Hospital Schestakow y otras instituciones de ese departamento.
Por último, Pizzi destaca la labor realizada en el ámbito de la Facultad de Derecho, que se ha propuesto “traducir” todas las disposiciones nacionales y provinciales vinculadas con la emergencia sanitaria. La iniciativa, conocida como Lenguaje Claro, busca que las personas puedan comprender con facilidad y rapidez, sin intermediarios ni barreras lingüísticas, las medidas gubernamentales referidas al COVID-19. “Se necesita que todos entendamos qué tenemos que hacer para combatir la pandemia”, agrega el rector.
El rol del Hospital Universitario
Una de las grandes preocupaciones de los gobiernos nacional y provincial, aquí y en todo el mundo, es la capacidad del sistema de salud para atender a una gran cantidad de personas infectadas con coronavirus en un período corto. Es el famoso “aplanar la curva” que tanto se menciona en los medios de comunicación.
La Universidad Nacional de Cuyo se suma a las estrategias desplegadas a nivel local para dar respuesta al poner a disposición el Hospital Universitario. Pronto a cumplir diez años en la atención de la salud, el nosocomio se prepara para inaugurar un piso de internación.
"Estamos trabajando a contra reloj para tener más de 20 camas disponibles para personas infectadas que necesiten internación de baja y mediana complejidad. Es una tarea inmensa porque se trata no solo de las remodelaciones y las obras, sino de contratar personal específico para atenderlas”, cuenta el rector. Cauteloso, prefiere evitar dar números de la inversión –que se calcula millonaria– y otras precisiones hasta tanto el avance de las tareas no sea mayor.
El día después
Más allá de atender los megadesafíos que imponen la virtualidad y el teletrabajo, y de no perder pisada sobre el territorio que cobija a la UNCUYO para atender la emergencia, Pizzi cree en que hay que anclar el rol de la universidad en pensar qué vendrá después de la pandemia y sus cuarentenas.
¿Qué podemos aprender de todo esto?
Hubo mucha sabiduría al moverse rápido y dar respuesta frente a la crisis. Hay un trabajo asociativo y colaborativo de quedarnos en casa para cuidarnos que está dando sus frutos. Es ese aprendizaje, que ha sido a fuego, el que tiene que motorizar el cambio para lo que vendrá luego. La pandemia inevitablemente traerá consecuencias.
¿A qué consecuencias se refiere?
Fundamentalmente, a las económicas y las productivas. Las cadenas agroalimentarias a nivel mundial tendrán un cambio muy fuerte y muy probablemente se dé una oportunidad de desarrollo local.
¿Qué rol ocupará la Universidad?
Creo que tenemos que tener un acompañamiento desde la capacitación y el asesoramiento a los sectores productivos en los distintos territorios, pero, además, este modelo de trabajo asociativo y colaborativo que tenemos ahora, como sociedad, tenemos que replicarlo a nivel de la investigación, para poder cooperar en la recuperación de la producción, especialmente de las pymes.
¿Ya hay gente de la Universidad pensando en el día después?
Por supuesto. Muchos estamos atendiendo la emergencia pero mirando más allá, en especial las generaciones más jóvenes, que son las que tendrán el desafío de administrar lo que se venga.
FUENTE: UNIDIVERSIDAD