Saltar a contenido principal Saltar a navegación principal

La escritora LIliana Bodoc en el D.A.D.

Como parte del proyecto Mes de la Lectura, la escritora Liliana Bodoc estuvo junto a los alumnos del D.A.D. Acceda a ver la noticia del Diario Los Andes: http://www.losandes.com.ar/notas/2010/6/27/estilo-498970.asp

28 de junio de 2010, 18:36.

imagen La escritora LIliana Bodoc en el D.A.D.

Diario Los Andes

Liliana Bodoc: “La vida y la literatura se comportan como el viento”

Una ráfaga de charlas y talleres trae a Liliana Bodoc de vuelta a la provincia. Aquí, la dama de los Confines sopló su imaginario latinoamericano y su biografía esencial.

Junto a los chicos del Departamento de Aplicación Docente, en el marco de una charla por los festejos del mes del escritor. (Marcelo Ruiz) domingo, 27 de junio de 2010

“‘Fíjese, doña, cómo hablan ustedes del tiempo: que se gana, que se pierde, que se invierte...’, me dijo una vez un señor mapuche. Claro, para nosotros, el tiempo es plata, cash. ‘Pero no, doñita - refutó el viejo desde su cultura- el tiempo se monta como un caballo, se avanza con él...’. Ajá, entonces, yo les sugiero eso: que nos hagamos conscientes de las palabras con las que configuramos nuestra vida, nuestro mundo”. Punch: Liliana arroja la primera piedrita a las cien cabezas que la escuchan en pose de indiecitos.

“¿Y qué consejos me daría si le dijera que yo quiero ser escritor?”, arriesga de golpe un chico de octavo. Ella sonríe y levanta el hombro: “yo diría que lo primero, lo fundamental, ya lo tenés: la valentía para poder expresar un sueño. Después, empezar a trabajar pero siempre disfrutando, probando, tanteando, enamorándote de la idea que tenés en mente pero con todos los sentidos abiertos (como cuando tuve que meter tambores en mi novela “El espejo africano”, porque era eso o matar a mi yerno, que no paraba de darle al condombe mientras yo escribía).
 
Nunca pero nunca pongás por delante la preocupación por el resultado”. Antes, en el café donde la rodean las profes, ha soltado algunos tips del taller de creación para adultos que la trae un jueves por mes a la Facultad de Filosofía y Letras.

“Por ejemplo, ayer trabajamos los registros. La consigna era partir de una lista de compras y convertirla, finalmente, en una carta siucida. Una chica me sorprendió: escribió mes a mes un combo de supermercado. Tipo: Enero, un vino caro, un jabón Ariel, ponía marcas costosas. Febrero, lo mismo, pero jabón Ala, vino modesto. Así, llega Diciembre: única compra, veneno para ratas. De modo que la lista iba dando cuenta de la debacle y, con pura enumeración, de la depre. Interesante ¿no?”.

A veces, les propone a sus talleristas de Mendoza - o a los de La Casa de Letras en Buenos Aires- que imaginen ‘escribir como un tambor o como un violín’. A veces, que buceen en los sueños o animicen los objetos. Pero jura “que nadie puede narrar, ni hacer una pastafrola, sin poner en la mesa todo lo que uno es”.

¿Y ella? ¿Quién es ella? “Una maga”, dirán las profes. “Imagináte que un alumno pidió ‘Los Días del Fuego’ (el fin de la Trilogía de los Confines) cuando cumplió los 14”.

Liliana consiente: “De entrada, me sorprendió entrar en el catálogo de ‘literatura juvenil’, porque no me lo había propuesto. Pero ahora me siento comprometida con la idea: no darles lo fácil, lo obvio, la pavada, acercarlos a la palabra poética”. ¿Buena? ¿Que si me creo buena en lo que hago? “Mentiría si dijera que no estoy orgullosa de mis libros”.

Bodoc es el apellido de su marido Jorge. También el de su hijo Galileo, quien recorre el Continente con el elenco nómade de “Tres Gatos Locos”, el que justo ahora adapta a la escena su “Cuento Negro”. Un apellido rumano que tomó prestado por...

- ¿Gitana?

- (Risas) Sí, puede ser...suelo suspirar cuando llego a mi casita de El Trapiche. En cuanto a mi apellido, en realidad es Chiavetta, requetetano.

Volvemos al círculo indio.Una de noveno se anima: “¿Y cómo te iba en la escuela, Liliana?”

- ¿Viste que siempre hay tres terribles que se sientan atrás? (Risas) Bueno, atravesé la escuela como se atraviesan esas selvas tupidas, saliendo a machetazos. (Más risas) Eso sí, me gustaba redactar y me gustaba mucho que me leyeran.

Quizá por eso es una escritora con oído.

Por la ruta de las lilianas

Pero los comienzos de esta nota podrían ser tres: Liliana Bodoc, la escritora, lanzando “El rastro de la canela” (Norma, 2010), descubriendo que su mitología ya tiene formato viñeta a través de un blog (El Arte de los Confines, ilustrado por Gonzalo Kenny) y recorriendo el país como parte de Plan Nacional de Lectura.

Liliana, docente, arrimando sensaciones sobre el sentido de ‘lo juvenil’ (que tiende a ser subvalorado aunque implica ‘el’ desafío de narrar sin ingenuidad, sin almidón aburrido); Liliana, personal, recordando la importancia del viento en su imaginario, “porque nunca me olvido de ese zonda, uno muy fuerte como el del otro día, que se llevó a mi mamá, cuando yo tenía 7 años”.

Igual, ella dirá que tiene varios vientos encima: uno, el que la trajo de Santa Fe a Mendoza, a los 5. Otro, el que la llevó de puerta en puerta con los manuscritos de “Los Días del Venado”, a los 40. Otro, el que la trajo de vuelta a los lugares que caminó de niña y no tan niña (por la casa de su infancia en Minetti, la escuela Sargento Cabral de Las Heras, Filosofía y Letras, Vistalba) con el equipo de cineastas que filmó su documental: “La madre de los Confines”.

- Ahora viene el viento de la traducción ¿no?

- Sí, justo acaba de salir la Saga en inglés. Una traducción que, digamos ‘por razones de mercado’, fue la que más se hizo esperar.

Pero lo cierto es que ‘la constelación del venado’ (como ella la llama sentimentalmente) ya brilla en 7 idiomas, incluyendo ¡el japonés!. Así que ahí nomás, nos imaginamos a Vieja Kush o al sabio Kupuka en versión manga.

Bajamos un escaparate:

- ¿Qué libros no deberían faltar en la biblioteca de un adolescente?

- A ver, lo que se me ocurre ahora: “Colmillo blanco”, “Cronicas Marcianas”, algo de Verne, “Alicia...” obvio, “Crónica de una muerte anunciada”, que a los chicos les resulta más compacto que “Cien años de Soledad”. Úrsula LeGuin, Poe...

-¿Potter? ¿Los vampiros de “Crepúsculo”?

- Bueno, sólo leí dos tomos de J.R.Rowling. Creo que lo que tienen es un interesante bombardeo de acciones, que enganchan porque sacian esa ansiedad.

Ella, en cambio, apuesta a la lírica profunda del relato y al clímax reflexivo que, muchas veces, esquiva el ‘happy end’. “Muchos lectores me escriben mails con nuevos finales, a veces se enojan conmigo, pero eso es precisamente lo que más estimula, el contagio de la libertad”. Mariana Guzzante -

Contenido relacionado