Lara y Ana comenzaron la escuela secundaria en el Departamento de Aplicación Docente (DAD) de la Universidad Nacional de Cuyo, alumnas en primer año de este 2018.
¡Felicitamos a Lara y por la beca obtenida y a Ana por la mención especial!
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El texto ganador
Cuando Luz nació se subió a su bicicleta. Alcanzó a ver a su mamá llorando y a su papá riendo mientras acariciaba su cabeza. Luego, hizo siete kilómetros y vio, de soslayo, cómo pintaba corazones verdes con las manos en la pared. Hizo diez kilómetros más y se vio a sí misma llorando frente al espejo, sosteniendo una revista con modelos. Siguió andando y vio cómo un alma intoxicada le gritaba cosas mientras rompía su vestido. Pero hizo algunos más y vio cómo una mente justa le acariciaba el pelo y limpiaba sus lágrimas, entendiendo sus temores. Al mismo tiempo, otra persona con más poder sentenciaba al alma que la hizo tocar fondo. Pedaleó y pedaleó. Observó cómo su vientre se inflaba como una piñata y cómo, luego, ésta se deshacía liberando azúcar y chupetines, mientras ella y la mente justa repetían las mismas acciones de sus padres. Siguió andando. Sonrió al ver cómo el azúcar y los chupetines dejaban sus envoltorios. Hizo alrededor de veinte kilómetros más hasta que sus pulsaciones se hicieron enormes y su respiración se agitó, pero siguió andando. Ya sus piernas temblaban y sus ojos se le cerraban. Entonces gritó y se cayó de la bici. En el asfalto, imágenes se proyectaban en sus ojos. Todos los errores que cometió, todas las veces que quiso correr y no parar, Luz sintió que no podía seguir pedaleando. Se vio a sí misma pintando corazones verdes. A su mamá, diciéndole: "Después limpiá, Luz, que si eso queda ahí, no vas a tener lugar para pintar más". Ahí entendió que no fue una caída en la bici. Fue un corazón que le faltó limpiar.