Gral. Don José de San Martín
José Francisco de San Martín nació el 25 de febrero de 1778 en Yapeyú, actual provincia de Corrientes y lugar donde su padre, Juan de San Martín, cumplió con el cargo de Teniente Gobernador entre 1774 y 1781, cuando la región era considerada el mayor centro ganadero de la región. Fue esta provincia donde San Martín dio sus primeros pasos. A los pocos años, toda la familia se trasladó a Buenos Aires, pues el Virrey había dispuesto al padre de San Martín un nuevo cargo y misión: instruir a los oficiales del batallón de voluntarios españoles. En 1783 regresaron a España, para entonces, el padre había pedido el permiso para volver a su país natal, allí lo nombraron en un nuevo cargo y San Martín, a sus ocho años, ingresó al liceo, donde se instruyó en distintas áreas como latín, geografía, matemáticas, historia, esgrima, pintura, retórica, etc.
Entre 1789 y 1812, San Martín incursionó en las filas realistas destinadas a misiones y combates librados en el marco de las batallas napoleónicas. El papel de San Martín en los combates y como estratega bélico fue siempre destacable, incluso, al poco tiempo de haberse integrado a las filas, fue ascendido a Teniente Coronel. Con este cargo, decide en 1812 viajar a Bs. As., pues la noticia de las revueltas de 1810 en el Virreinato del Río de la Plata había llegado a sus círculos, los cuales, además, veían y recibían con notable simpatía tales movimientos revolucionarios. Para entonces, San Martín había tomado contacto con pensadores independentistas de gran injerencia en el escenario político de la época.
Una vez aparecida la figura de San Martín en la capital del Río de la Plata tomó un carácter y agilidad que hasta entonces no había logrado. Si bien los criollos, junto con los caudillos habían cobrado las fuerzas necesarias, lo cierto es que faltaba la dirigencia necesaria, la planificación y sólida estrategia para alcanzar tan enormes objetivos. En este sentido, San Martín resultó ser una figura brillante, su desempeño militar y carisma condujeron al triunfo de batallas clave para la misión libertadora, —como la victoria de San Lorenzo.
Mendoza sanmartiniana
Entre 1814 y 1816, San Martín estuvo a cargo de la Intendencia de Cuyo, período en que la región fue beneficiaria de distintas políticas económicas y sociales. La industria local, la sanción de impuestos a la exportación de productos locales, el saneamiento y ampliación de canales de riego para extender las zonas de cultivo, la reactivación de talleres artesanales (talabartería, herrería, etc.), las medidas destinadas a mejorar la salud pública, la creación de caminos y postales de correo para optimizar la comunicación fueron algunas de las decisiones gubernamentales que se desarrollaron en la zona de Cuyo bajo su responsabilidad. Por otro lado, el sector integrado por trabajadores rurales y peones también fue destinatario de medidas que garantizaban mejores condiciones laborales y salariales. Expropió las casas de los españoles fugados y declaró de propiedad pública los bienes de los españoles muertos que no habían testado. El sistema carcelario fue reglamentado y se prohibieron los castigos corporales que para entonces las escuelas mantenían como medidas de disciplina. El vino, bebida insigne de Mendoza, fue un rubro de la producción local que también se vio atendido y beneficiado con una ley de protección local.
De una u otra manera, San Martín fue un acérrimo y lúcido político que atendió y revitalizó la economía de Cuyo con los objetivos de fortalecer la zona ante una posible invasión realista, cuidar y fomentar la industria local, y asentar otra base para el proyecto libertador.
San Martín, libertador
Tan vasta fue la participación de San Martín, que una vez lograda la independencia del Río de la Plata, su misión se expandió y dio aportes indispensables para las independencias de Chile y Perú, lo cual incluyó el cruce de la Cordillera de los Andes.
En 1824 el Libertador se embarcó a Europa para asegurarle una buena educación a su hija. Allí, siguió trabajando para asegurar la Independencia.
Murió un 17 de agosto de 1850 en Boulogne-sur-Mer, luego de pedir que dieran descanso a su corazón en la Ciudad de Buenos Aires, voluntad que fue cumplida en 1880, cuando el presidente Avellaneda recibió sus restos traídos desde Francia.
Fuente: mendoza.edu.ar